Sin daños a terceros...
Una mujer sola, lejana y triste escribió un secreto una vez: “A veces me siento como una libélula besando el agua y yo este mundo, sigo sintiéndome que levito sobre esta tierra, inexplicable teniendo una vida tan palpable pero cierto.”
Desde ese día o quizá antes comenzó a volar y a imaginar que el ocaso era rosa y no tonos azules y que los tonos azules del mar eran púrpura o naranja, no importa, ella era daltónica del corazón y él era un obsesivo compulsivo que siempre tenía que ser libre y volar.
Esa mujer transparente que vivía al otro lado del océano donde seis horas de diferencia no impidieron qué curara sus noches de insomnio con alguien que no podía ser de ella, una vez hace mucho lo fue, pero ya lo perdió, por que cuando Dios, el destino o la vida ponen las cosas tan difíciles hay que cuestionarse si es en serio y no herir a gente en el camino por luchar contra la corriente.
El no se quedaba atrás, con ella era otra persona diferente, digna representación de la metamorfosis de Kafka, al final era ese mismo insecto repudiado, pues por mas palabras que diga una persona o más te amo, la verdad de lo que somos siempre la llevamos dentro en el lado oscuro del corazón.
La mujer fría lejana y sola volvió a escribir: “No te dejes empequeñecer por pequeñeces, siempre existirán personas que también por pequeñeces quieren hacerte grande, aprende a dejar ver y a sentir el valor que los otros que no dejas estar, te dan."
Se creía la gran cosa, pues con sus acciones bastantes desatinadas, ella no veía que se empequeñecía ella misma, como cargar con tanto absurdo? Como hacerse pasar por otra y a sus espaldas sentir algo que ellos pudieron detener, pero no era más fácil vivir el momento y hacer mucho daño.
El hombre-niño de la gran ciudad también escribía, cosas que parecen que ni el mismo entendía, porque esas dos palabras que ellos se juraban son muy fáciles de decir en un teclado son más fáciles de olvidar cuando llegan más cuentas a fin de mes.
El tonto enamorado dijo una vez: “No te preocupes yo sabré darte tiempo y espacio para que hagas lo que tengas que hacer pues mi amor no es egoísta y sabré ser lo que tú quieras que sea en tu vida”
Como puede haber tanta ironía en tan pocas palabras? Bueno porque las mentiras se visten de fiesta los sábados por la noche y se van a un burdel a buscar prostitutas, porque es más fácil escapar a una realidad que hay que resolver y buscarse un parapeto de carne y hueso para que te haga sentir vivo, cuando muerto estas hace tiempo y por tu culpa por tu vacío existencial que creaste hace mucho tiempo, pero claro es mucho mejor buscar culpables en terceros.
Pero el ingenuo niño enamorado necesitaba este juego para vivir, algo mas fuerte qué la morfina, esa adrenalina de la mentira que le corría por las venas a los dos para que a ninguno los agarraran con las manos en la masa, pues ninguno de los dos tenía sus cuentas claras en casa, era algo que podía más que el (que ellos).
EL pobre tonto dijo: “Hoy hace un mes que por primera vez en mi vida me empezó a doler la cara de tanto reírme. Hoy hace un mes que te amo con toda el alma. Hoy hace un mes que despertó mi alma. Gracias brujita por embrujarme con tu cepillo de dientes mágico."
Qué fácil es cansarnos de la rutina y olvidar en dos segundo lo que nos ha hecho felices, que mal agradecidos somos de la vida, de las personas que nos rodean y nos aguantan tal y como somos y nos conocen, por qué es muy bueno comprarse un cepillo nuevecito lavarnos la boca mil veces y luego tomarlo para lavar el baño pues ya no nos sirve para nada, que chulo es cuando nos duele la cara de reírnos y de burlarnos de otros.
Esta historia no termina, estos dos ingenuos enamorados se citan en sus sueños cada noche con la promesa que dejo el olvido de un día vivir juntos en una casita veraniega al norte de una isla mágica.
El destino a veces es muy cruel y ellos parece que no lo saben, ahora deben de sufrir y contarles a sus almohadas lo solo que se sienten los dos, pero porque a ellos les da la gana, nada que tenga qué ser tapado con tantas mentiras puede terminar bien.
Así siguen los dos, contra seis horas de diferencia, contra el que tienen al lado, contra la naturaleza que crece en ella, luchando con un juego tonto que ojala no les haga caer suavecito del quinto piso que tienen los dos en su absurdo cerebro…
“No hay amores imposibles, solo personas insensatas y egoístas” Autor anonimo
PD:Para mis amigos Pablo y Caterina, a ver si aprenden a vivir, pues ya 1992 fue hace muchas lunas…