El ser humano mediocre...
Hace un tiempo ya, mi amigo Maximo de la Cruz me regalo este libro, un libro que te hace revalorarte como persona, como ente social y como individuo.
En esta sociedad llena de suciedad es bueno que nos recuerden que todos jugamos un papel y que todos somos responsables de que el mundo sea mas o quien sabe si menos caotico. Aqui un resumen...
El hombre mediocre José Ingenieros
Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Esta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades: Basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal.
La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás. Por ese motivo, al clasificar los caracteres humanos, se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias, de la educación que se les suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean.
"Indiferentes" ha llamado Ribbot a los que viven sin que se advierta su existencia cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida, y lo son.
Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la tierra, en cuya superficie vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal: las canas denuncian la vejez, pero no dicen cuanta juventud la recedió.
El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en sí mismo, en sus virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida: la afirmación de la propia personalidad y la cantidad de hombría puesta en la dignificación de nuestro yo. Vivir es aprender, para ignorar menos: es amar, para vincularnos a una parte mayor de la naturaleza y de los hombres; es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos.
Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social.
Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva: una continua aclimatación del individuo en la sociedad.
La imitación desempeña un papel amplísimo, casi exclusivo, en la formación de la personalidad social; la invención produce, en cambio, las variaciones individuales. Aquella es conservadora y actúa creando hábitos; esta es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación. La diversa adaptación de cada individuo a su medio depende del equilibrio entre lo que imita y lo que inventa.
El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos.
Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.
En esta sociedad llena de suciedad es bueno que nos recuerden que todos jugamos un papel y que todos somos responsables de que el mundo sea mas o quien sabe si menos caotico. Aqui un resumen...
El hombre mediocre José Ingenieros
Individualmente considerada, la mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Esta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades: Basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal.
La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás. Por ese motivo, al clasificar los caracteres humanos, se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias, de la educación que se les suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean.
"Indiferentes" ha llamado Ribbot a los que viven sin que se advierta su existencia cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida, y lo son.
Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la tierra, en cuya superficie vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal: las canas denuncian la vejez, pero no dicen cuanta juventud la recedió.
El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en sí mismo, en sus virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida: la afirmación de la propia personalidad y la cantidad de hombría puesta en la dignificación de nuestro yo. Vivir es aprender, para ignorar menos: es amar, para vincularnos a una parte mayor de la naturaleza y de los hombres; es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afán de elevación hacia ideales definidos.
Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social.
Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva: una continua aclimatación del individuo en la sociedad.
La imitación desempeña un papel amplísimo, casi exclusivo, en la formación de la personalidad social; la invención produce, en cambio, las variaciones individuales. Aquella es conservadora y actúa creando hábitos; esta es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación. La diversa adaptación de cada individuo a su medio depende del equilibrio entre lo que imita y lo que inventa.
El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos.
Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.
¿La continuidad de la vida social sería posible sin esa compacta masa de hombres puramente imitativos, capaces de conservar los hábitos rutinarios que la sociedad les trasfunde mediante la educación? El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos, prejuicios y dogmas acumulados durante siglos.
Su rencor a los creadores compénsase por su resistencia a los destructores.Los hombres sin ideales desempeñan en la historia humana el mismo papel que la herencia en la evolución biológica: conservan y transmiten las variaciones útiles para la continuidad del grupo social.Su acción sería nula sin el esfuerzo fecundo de los originales, que inventan lo imitado después de ellos. Sin los mediocres no habría estabilidad en las sociedades; pero sin los superiores no puede concebirse el progreso pues la civilización sería inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa.
Evolucionar es variar; solamente se varía mediante la invención.Son la minoría, éstos; pero son levaduras de mayorías venideras.Las rutinas defendidas hoy por los mediocres son simples glosas colectivas de ideales, concebidas ayer por hombres originales.
El grueso del rebaño social va ocupando, a paso de tortuga, las posiciones atrevidamente conquistadas mucho antes por sus centinelas perdidos en la distancia; y estos ya están muy lejos cuando la masa cree asentar el paso a su retaguardia. Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será mañana rutina, a su vez, contra otro ideal, indefinidamente, porque la perfectibilidad es indefinida.
7 Comments:
lamentablemente muchas veces estamos rodeados de seres humanos mediocres, pero uno no se debe permitir el lujo de caer a su nivel, al contrario mirarlos conconpasiony si esta a nuestro alcance darles unamano para que se den cuenta de su actitud.
muy buen resumen del libro wendy,explicito en la definiciones del nivel de mediocridad que a veces nos convertimos por el hecho de seguir diatrices de la sociedad ,que nos impone los comportamientos a que debemos encerrarnos para tomar una vida sin iniciativa y inmovil de mirar hacia delante y juzgar los que nos imponen como verdad absolutad para luego toda aquel que piense y no este de acuerdo con ella ser un postcrito de sus leyes,veo que has comprendido el mensaje del texto,besos wendy!!!!
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Si hay algo que no se encuentra en tu blog es mediocridad, amiga mía. Destila una honradez y una clarividencia social que pensaba desaparecidas hace tiempo. Ha sido, pues, un placer tenerte entre mis desvaríos virtuales. Un saludo y bienvenida!
Me encantaria leer el libro, me has motivado.
Espero nunca caer en esa perspectiva, no kisiera ser mediocre, pero si mejorar cada dia.
"Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia"
Siempre existiran esos que se conforman con pensar como los otros, tener una mentalidad colectiva para así nunca estar "incorrectos"
Yo prefiero no ser parte de la mentalidad colectiva!
Ciao
hola!---:)
gracias por pasarte!
sabes lei tud dos subidas anteriores!..y me encantaron..
sobre diferenciarse...eso es lo escencial para ser...yo.. sino seriamos un nosotros.. de q sirve q existan mil personas iguales... si lo exqisito de conocer gente es sacar lo mejor de cada uno!
y sobre los gay..concuerdo cntigo... ser gay no es ser menos hombre..es solo q tienes gustos distintos.. yo no discrimino a la gente segun su sexualidad..la discrimino segun su forma de ser!
saludoS!
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